Este texto lo encontré un día y como declaración de intenciones que es de profesores de un departamento como el mío me parece interesante:
Las ideas aquí vertidas no son enteramente nuestras, aunque las asumimos en su totalidad. Hemos intentado recoger, hilvanar y dar forma a la opinión de ilustres escritores, intelectuales, helenistas, educadores... contemporáneos y de la Antigüedad, que desde la sabiduría de su magisterio y experiencia han sabido expresar con claridad, exenta de prejuicios, intereses y partidismos, por qué a ellos sí les mereció la pena la vivencia del mundo clásico y por qué siempre la seguirá mereciendo:
La educación permite y fundamenta una auténtica libertad de elección. Ya Sócrates afirmaba que "sólo quien conoce el bien puede elegir lo más valioso"... Y conocer es un anhelo natural del hombre. Italo Calvino señaló con total acierto que "no se leen los clásicos por deber o por respeto, sino sólo por amor. Salvo en la escuela... la escuela está obligada a darte instrumentos para efectuar una elección...".
¿Puede haber una formación integral sin dar a los alumnos la opción de conocer? ¿Qué se piensa que es el latín y el griego? Sería una ingenuidad reducirlo a unas listas de declinaciones y conjugaciones, y flaco favor les haría a los políticos que los han eliminado de los planes de estudio, si así creyesen: Las Humanidades no son una serie de asignaturas, sino una forma de enseñarlas... "Si el latín y el griego se convierten en jeroglíficos para atrapar a perezosos o los enseñan sabios truculentos convencidos de que Eurípides escribió sólo para proponer ejemplos de aoristo... reprimiendo los atisbos de poesía y drama del esplendor clásico, esos estudios no son humanistas" (F. Savater), en el sentido integral de la palabra.
Por otra parte, nadie ha dicho que su asimilación sea fácil, ni tampoco más difícil que otras materias: no queremos obviar su dificultad intrínseca, ni caer en impartir algo complejo ni demasiado pronto ni demasiado intenso: su enseñanza es un tema delicado, requiere tacto, método y sabiduría y, por parte del alumno, ESFUERZO... solamente hace falta espacio y una concienciación del público, un aumento del prestigio social de las lenguas clásicas... y no como un mero recuerdo del que tuvieron en otro tiempo, también como algo necesario ahora, como lazo de unión entre España, Europa y América, entre el presente y el pasado y entre las variadas orientaciones intelectuales de nuestros días (F. Rodríguez-Adrados).
Pero no es sólo la lengua, "lo que le debemos a Grecia es acaso lo que nos ha distinguido más profundamente del resto de la humanidad. Le debemos la disciplina del espíritu, el extraordinario ejemplo de la perfección en todos los órdenes. Le debemos un método de pensar que tiende a relacionar todas las cosas con el hombre, con el hombre completo" (P. Valéry).
Por su parte, “Roma somos nosotros: los europeos y cuantas naciones del mundo han tenido sus orígenes históricos y culturales en Europa... Roma nos legó su forma de vida y sus instituciones, impuso a los pueblos sometidos hermandad dentro del marco jurídico y administrativo de los ciudadanos romanos y nos legó el patrimonio precioso de su ley y de su lengua” (Juan Eslava Galán).
Pero que quede claro que pretendemos educar, es decir, formar en la integridad a la persona, no sólo capacitar para ser eficaz en determinados aspectos técnicos... "Para su educación los jóvenes deben encontrar una pauta de excelencia de un modo inteligente, porque sin una previa educación no podemos confiar en que la gente vaya a preferir la cultura y el saber esforzado a la mera diversión masiva y fácil. La mejor carta que juega la vulgaridad en su favor es lo fácil y cómoda que resulta" (C. García Gual); "Educar no es sólo poner conocimiento en el educando, sino extraer de él la querencia natural al ocio, a no hacer cosa que no le venga en gana" (Pancracio Celdrán).
Parece ser que nuestras materias no son rentables a corto plazo y en esta sociedad cambiante donde la presión del consumo, las imposiciones de la cultura audiovisual, la opinión manipulada de los mass media y los señuelos de la tecnología... descalifican a todo aquello que no resulte gratificante o rentable de forma inmediata. "La sociedad de consumo de nuestros días acaba produciendo una atrofia de la sensibilidad, un progresivo agotamiento del cuerpo y de la inteligencia y conduce a un amenazante empobrecimiento de la capacidad de reflexionar, de entender, de idear” (E. Lledó). De ahí los dos puntales imprescindibles en los protagonistas del aprendizaje: entusiasmo en el profesor, curiosidad en el alumno (sapere aude: “atrévete a saber”)
Valores como la disciplina, el estudio esforzado, la memoria, la imaginación o el tiempo para leer, reflexionar y sacar conclusiones pausadamente no están al alza. “Saber es, en parte, saber preguntar" (E. Lledó) y más aún, “la capacidad de aprender está hecha de muchas preguntas y de algunas respuestas" (F. Savater). E insistiendo: “la fuente del saber no está en la memoria, sino en el diálogo entre preguntas y repuestas, more socratico”(Platón). Eso es lo que echamos de menos hoy día : “Vivir mejor, sabiendo más” (P. Cedrán).
Bertrand Russell decía que "los conocimientos inútiles son los que dan calidad espiritual a la vida". Y, como antes dijimos, conocer es un anhelo natural del hombre. Resulta peligroso para la formación de la persona, estudiar sólo lo imprescindible: hay que tener tiempo también para olvidar, porque algo queda, ese algo que forma el espíritu y prosigue a lo largo de nuestra experiencia. Epicuro apuntaba más lejos: "el saber no sólo nos hará libres, sino también felices": Y Platón y Aristóteles lo concretaron aún más al defender que "no sólo se trata de conocer el mundo, sino conocerlo para modificarlo". Porque “el éxito del individuo es sólo justificable cuando contribuye con su acción a mejorar la sociedad en la que se inserta” (P. Celdrán).
Asombrosas y estimulantes podrían resultar las palabras de Sócrates (él, que dedicó su vida a educar a los demás, poniéndoles por delante lo que creían que ignoraban) cuando aprendía un aria para flauta, mientras le preparaban la cicuta:"¿De qué te va a servir?" le preguntaron “para saberla antes de morir", respondió.
No estamos aislados en una torre de marfil: queremos para nuestros alumnos antes cabezas bien hechas que bien llenas (como ya señaló Montaigne), porque “el entendimiento suprime muchos de los obstáculos que nos pone la naturaleza” (Tito Livio). Nuestras materias siempre tienen algo que decir: la lectura y el conocimiento de los clásicos invitan a la relectura siempre novedosa y enriquecida por la experiencia vivida, en continua revisión.
Educar es socializar: traer a los alumnos a nuestro mundo, que no es sólo el de la actualidad inmediata, también el de toda nuestra cultura desde la Antigüedad. Interesan contenidos, no sólo habilidades... "El hombre ideal de hoy no será el de la Antigüedad clásica, ni sus Humanidades las de ella, sino que estará por encima... porque la Humanidades de hoy serán las de ayer, pero más amplias y porque ningún proyecto se puede construir sobre el olvido, ni sobre la ignorancia, ni sobre el menosprecio" (A. Gala). Ya Cicerón marcó el punto de partida para la educación al afirmar que “permanecer ignorante a lo que sucedió antes del nacimiento de uno, equivale a no pasar de la infancia”.
En suma, y al igual que Pericles proclamó, "amamos la belleza con poco gasto y la sabiduría sin relajación”. Probablemente, y a pesar de los actuales tiempos difíciles, nunca lo tuvimos tan claro.